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Comunidad: Isis Campos, “No sé si soy una malhablada”

Sergio Zúñiga Ruiz / sergiozr29@hotmail.com

 

La profesora Isis Campos se interesa por temas como equidad de género, desigualdad social, afrodescendencia, migración y población rural. Esta foto es de una gira a Puntarenas.

 

A sus 46 años, todavía juega, experimenta y se jala tortas como una chamaca a la que siempre le han permitido hacer lo que le venga en gana.

No está enterada de si tiene enemigos y desconoce si es una persona malhablada; eso último no sé si me lo habrá dicho por cinismo o exceso de ingenuidad. Lo cierto es que Isis Cinthia Campos Zeledón usa “hijueputa” en el sujeto, verbo o predicado de todo lo que dice; como básica herramienta de comunicación verbal.

Ella confiesa que hablar sobre sí misma para una semblanza le da miedo, me lo cuenta mientras almuerza un domingo a las 2 p.m, un plato de olla de carne que por supuesto ella no hizo, pues “no le cuadra” esa “vara” de cocinar.

La alegría habitual de Isis está viva en cada uno en los colores chillones con los que ha sido pintada cada la pared de su casa, ubicada en San Pedro de Montes de Oca: colores que van desde el naranja y amarillo hasta el verde claro.

Ella va a pasar muchos años encerrada entre paredes blancas cuando se muera, como para tener su casa igual, dice. Este “espacio pequeño y lleno de luz” -como ella lo describe- está decorado con una cantidad de móviles colgantes, que no son fáciles de contar a primera vista, y que convierten a su casa es un sismógrafo cada vez que tiembla.

Cada rincón está adornado con fotos, máscaras, esculturas de infinidad de estilos artísticos y artículos coloridos llenos de gran sentido cultural latinoamericano: un rompecabezas de muy a lo ella.

No tiene muchos retratos de sí misma, pero en una de sus paredes cuelga un dibujo en lápices de color, en el que la muestran sentada en una acera y con un cigarro en la mano y con una frase que dice “ves que no solo malas palabras sé decir”.

Escuchar con devoción

Isis es la mayor y única mujer de los tres hijos del matrimonio Campos Zeledón. A doña Isis Zeledón, su hija la describe como “toda una dama tradicional granadina”, pues proviene de esa parte de Nicaragua; mientras que de don José Miguel Campos, dice que es un “payaso”. Al preguntarle a cuál de sus padres cree ella que salió, me respondió con una sonora carcajada.

Su aspecto físico es reflejo de esa personalidad intensa, llamativa pero sencilla. Sin ser una de piel negra tiene una frondosa cabellera afro, que la hace inconfundible por dónde camina, y además que tiene su historia: pues de niña sufría con las luchas de su madre por arreglarle el pelo con colitas y el día de hoy ha aceptado esa característica que le dio la vida como una herencia valiosa de sus antepasados afrodescendientes, que añora conocer.>

Tiene ojos cafés, separados y grandes que son fáciles de atrapar por cualquiera a quien ella le pone atención, porque si algo sabe y procura hacer Isis es escuchar con devoción.

Entró desde los cuatro años a la escuela porque su mamá, quien era docente de primaria, la metió camuflada advirtiéndole que tenía que decir que tenía siete años. De ahí que ya a los 15 años, estaba entrando a la universidad, para pasar por Filología, Tecnología de Alimentos, Economía, entre otras carreras, para quedarse finalmente con Periodismo.

Gabi Hernández, amiga de Isis desde el colegio, recuerda que la época universitaria para ambas fue de mucha experimentación y libertad.  Cuenta también que esperaba a que Isis saliera de un grupo cristiano al que asistía. Ese es el tipo de reuniones al que hoy es difícil imaginar metida a la intrépida que inventó la expresión  “la santa picha de Jesucristo”.

Esa adolescente “mula” -como ella califica su rebeldía- quedó embaraza a los 20 años, de ahí que saliera su única hija: Amanda.  “¿En verdad querés que te cuente cómo fue que llegó Amanda?”. Me lo dice en tono jocoso y se echa una risa.

“Estábamos en una Centroamérica un poco convulsa, creo que me había enamorado por primera vez en la vida, solo que se me ocurrió enamorarme de un salvadoreño. Y al maje lo mataron acá, en una de las cosas que pasaron muchísimo en el país con las guerras en la región. Me fui de tanda pa’ ahogar las penas y cuando vi estaba con Amanda ya”.

Sobre el papá de Amanda -que no es el salvadoreño-, solo dijo que “apareció por ahí, pero no es nada relevante”.

“Obviamente”- dice ella-, pensó en abortar. Cuando tomó la decisión de no hacerlo se lo comunicó a sus compas de la U y Amanda automáticamente llegó a tener varios tíos y tías adoptivas que la cuidaban en una cajita debajo del escritorio de la Asocia, mientras su mamá iba a clases.

En la actualidad madre e hija son grandes amigas que se aman “en puta”, no viven juntas pero, luego de los 26 años que tiene Amanda y un montón de “despiches” durante la convivencia de ambas, Isis se ha convertido en la alumna de yoga más especial que tiene su hija.

Respeto a la naturaleza

Amanda habla de Isis como un ser maravilloso, fuerte y amoroso. Dice que  Isis le enseñó desde niña a cuidar y respetar a la madre naturaleza. Ante eso último Isis dijo: “es una prueba más de que uno hace cosas buenas sin darse cuenta”, porque no lo recordaba. Isis recuerda con cariño cómo les encantaba rapear poemas.

Para Isis, la “vaina” de escribir es su necesidad de expresión cuando se siente muy feliz o muy triste, tiene un exquisito talento para crear poesía, tanto así que la ha llevado a ganar premios en concursos, que usaba para pagar los recibos de luz.

“Dicen que soy malhablada, pero no es como que salgo a repasar lo que voy a decir todos los días…ni siquiera tengo categorizadas a esas palabras como malas” cuenta Isis.

Rodrigo “Kike” Molina, su amigo del alma y compañero en varios trabajos audiovisuales, describe a Isis como una mujer inteligente y amante de la vida, con una gran pasión por enseñar de forma horizontal y también de aprender. Él cuenta que de cada cinco palabras que Isis dice, “una es picha y otra es culo”. “En otras personas esas palabras suenan vulgares pero ella utiliza su vocabulario para acercarse a la gente” aclaró Kike.

Isis la “docente”

Isis ni se imaginaba eso de ser “profe”, empezó hace 10 años con la coordinación del Trabajo Comunal Universitario de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica y luego la llamaron para dar clases como profesora de esta escuela.

“No me cuadraba esa vara (de la docencia) porque mi experiencia como estudiante fue demasiado divertida. En el colegio éramos todos unos hijueputas, desmadrados, irreverentes, malcriados; entonces sabía sobre cómo un estudiante se coge al docente con sus propias palabras para que se quede calladito, el proceso me lo conocía…”, comentó jocosamente.

Ex alumnos de Isis de varias generaciones atrás la recuerdan como la profe “tuanis” y “despiche” que inclusive les daba clases en los bares, más que una “profe”, la ven como un personaje que solo recuerdos divertidos deja.

Isis ve la docencia como una forma de aprender más que enseñar, lo hace cada día más con cada geneneración que pasa por sus manos (o por sus mechas). Definitivamente lo que más le cuadra de enseñar es aprender para ella misma.

“No es docente en el sentido estricto de la palabra, ella es una facilitadora y colaboradora del conocimiento. Ella no tiene poses, y tampoco se aprovecha de las posiciones de poder o jerárquicas”, describe Francisco Robles, compañero docente de Isis con quien en varias ocasiones ha trabajado en los cursos de Seminario II.

Francisco comenta que a los docentes le cuesta romper con esa doble moral que los caracteriza llevándolos a autocensurarse comentarios por miedo perder la imagen de docente y el significado que ello conlleva. Él piensa que Isis está por encima de eso.

El profesor recuerda cómo, en una ocasión, un estudiante le externó a Isis que no le gustaba el vocabulario que ella utilizaba en la clase, a lo que ella le respondió al estudiante que él era el que tenía revisar cuál era su problema con las palabras que ella usaba, no ella.

 

La “frondosa cabellera” es una de las características de la profesora Isis Campos.

 

Su “telele”

Ella tiene una delicadísima y amorosa forma de tratar a quien conoce, que engancha a quién habla con ella, ella puede trasmitir cariño utilizando las palabras más censurables del mundo, lograr eso es un “éxito con papas”.

“Si no me cuadrara hablar con la gente, probablemente hubiera estudiado bibliotecología” comenta Isis, quien anda de arriba para abajo siempre con el  “telele” de los temas de equidad de género, desigualdad social, afrodescendencia, migración, población rural, temas de los que no quiere llegar a ser experta para no dejar de aprender.

Actualmente está a cargo de una investigación y la producción de un documental sobre la historia olvidada o solapada de la afrodescendencia en Costa Rica.

El hecho de llevar sangre nicaragüense y de saber que tiene un pasado afrodescendiente escondido la ha llevado a “empatinarse” íntimamente con estos temas.

“Revivir el tema de la historia de uno con lo que uno investiga es un colocho de la gran puta pero divertidísimo, porque por ejemplo Kike (Molina) y yo hemos trabajado mucho qué es lo que queremos averiguar, por qué el tema de la afrodescendencia con nuestra historia. Cuando nos metimos en esto no lo sabíamos bien, pero luego dijimos ¡claro nuestras familias tienen dudas con respecto a su origen!” explicó ella.

El tema de la migración también la persigue. Justo el día de la entrevista, en la mañana, contó que mientras compraba en el supermercado, uno de los cajeros comenzó a vacilar al guarda de origen nicaragüense, advirtiéndole que cuidado se lo comía el perro rottweiler, que se encontraba a pocos metros de él, haciendo alusión al nicaragüense Natividad Canda, quien murió en el país al ser atacado por perros de esa raza hace varios años atrás.

Isis encaró al cajero contándole que ella había entrevistado a la mamá de Canda, y que no creía que a esta madre le haría la mínima gracia escuchar ese tipo de chistes. Decidida se fue a hablar con el gerente del supermercado para denunciar la carencia de políticas en cuanto al tratamiento de estos temas dentro del supermercado.

“A veces uno se levanta con ganas de explicar y educar a la gente, otros días uno lo que quiere es volarles un solo pichazo”, dice.

Sus amigos destacan que a pesar de su fuerza para confrontar  las varas y enfrentarse a las injusticias que a ella le indignan, Isis desborda una gran sensibilidad social.

Gabi Hernández, comentó que una vez caminando por San José, ella e Isis se toparon a un niño en la calle mojándose bajo un aguacero y con los pies descalzos, todos dañados. Isis se quitó sus zapatos y se los puso ella misma al niño, siguiendo su camino descalza por las calles de la ciudad.

Por su parte, Kike Molina cuenta que Isis no puede seguir una entrevista cuando su fuente se suelta a llorar descontroladamente, como le pasó en dos ocasiones: una con la mamá de Natividad Canda, y la otra cuando intentó entrevistar a la mamá de una niña que había sido explotada sexualmente en El Salvador.

Isis dice que no puede continuar porque hay veces que la gente necesita “más que le des un abrazo a que le sostengás un micrófono”.

Ella ama estos temas, aunque con el tiempo se ha dado cuenta que su nivel de impacto es más puntual, su filosofía que en las pequeñas cosas es donde se cambia el mundo.

“Qué loco que los maes que salen en tu brete puedan pronunciarse a sí mismos que están haciendo algo importante, que lo sepan y que se lo crean y verlos actuando en consecuencia. Eso me parece como rico.” dice ella sobre su trabajo.

Detesta que otras personas utilicen su posición de poder para hacer sentir más baja a la gente, probablemente de ahí es que nunca ha dejado que su conocimiento académico, las conferencias en otros países a la que la pasan invitando y su amplio currículo le quiten el traje de ser humana auténtico que siempre porta.

Su amiga Gabi afirma que la Isis de hoy es una mujer sabia que ha pasado por procesos de conocerse a sí misma y de reflexionar los errores y duros momentos de su vida. Su apariencia física de vestimenta sencilla de jeans rotos y tenis converse, así como su greña libre es un signo de ese encuentro de la verdadera Isis que se ama y se respeta a sí misma.

El tiempo que envejece a la mayoría de nosotros hace todo lo contrario con ella y seguramente desde el corredorcito de su casa, con vista a su pequeño patio, su lugar preferido para pensar sobre la vida; Isis seguirá ideando las formas más divertidas y traviesas para seguir jugando en esta vida que a veces es tan hijueputa para mucha gente.