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Ambicioso proyecto del BetaLab busca realizar una cartografía sonora de nuestro territorio.

22/7/2021
Ian Vargas Venegas
ianvargascontacto@gmail.com

Desde un profundo interés por el mundo sonoro, se desarrolló por medio del BetaLab de la ECCC el proyecto Ambientes Sonoros, que busca crear una cartografía sonora colaborativa de los espacios, visiones y actividades humanas de nuestro país, permitiendo escuchar, descargar y aportar material de libre acceso.

El estudiante Alejandro Cabezas Morera, formuló este proyecto a partir de una conversación en el 2016 con la profesora Larissa Coto, como una estrategia para afrontar conflictos personales, a la vez que generaba un banco sonoro con ambientes de nuestro país que pueden ser utilizados en los cursos de audio, consiguiendo verosimilitud en las producciones, ya que anteriormente los ambientes utilizados procedían de otros países.

Recientemente, Alejandro concluyó una estancia en el CICOM con un proyecto hormiguero, que permitió desarrollar Ambientes Sonoros con un corpus teórico más amplio, con el apoyo de Otto Castro, Ana Lidia Dominguez y Larissa Tristán. Además se consiguió crear una taxonomía que permite ordenar los audios registrados de forma útil y amigable para el usuario. Todo este material es almacenado en el Repositorio Centroamericano de Patrimonio Cultural del Instituto de Investigaciones en Arte.

Por otro lado, el año pasado el proyecto consiguió una beca del programa Ibermemoria Sonora y Audiovisual, permitiéndole desarrollar una aplicación web responsiva que muestra un mapa interactivo del territorio en el que se pueden subir, localizar y consultar los audios, haciendo la experiencia del banco sonoro más accesible, lúdica e interactiva. También se creó una identidad visual distintiva, seguida por un perfil en Instagram que facilita abarcar nuevas audiencias que nutran al proyecto.

El proyecto es integrado por Alejandro Cabezas, quien se encarga de la curaduría y de grabar los ambientes; Cristián Zamora, encargado de la parte informática y de programación; Sofía Vindas, quien coordina el repositorio; el colectivo Kuiper, que se encarga de desarrollar la aplicación, en donde participa Mario Chinchilla, estudiante de la ECCC; Natasha Carmona, quien desarrolló la identidad visual y Larissa Coto y Otto Castro, que han sido mentores y guías en todo el proceso. Sin embargo, el proyecto busca ser una comunidad que unifique distintas visiones.

“El entorno sonoro permite un lenguaje, permite comunicar cosas, entender o acercarse al mundo de una manera con la cual resueno bastante”, “siento que habla desde lo intangible, desde lo efímero, y desde las acciones y relaciones que suceden en el tiempo. Más que algo estático, me gusta mucho la idea de que somos lo que sonamos” destaca Alejandro sobre la capacidad que poseen los sonidos para generar y recibir cultura al capturar espacios locales desde diversas escuchas, es decir, tomando en cuenta las distintas formas en que las personas que habitan un espacio lo perciben.

En julio del presente año, el proyecto lanzará su aplicación web, además de una serie de actividades en torno a ella por parte del Instituto de Investigaciones en Arte y de manera autónoma con la mediación del fondo de Ibermemoria Sonora y Audiovisual. Se llevarán a cabo cuatro conversatorios y un taller virtual.

De cara al futuro, se piensa establecer distintas alianzas para conseguir mayor difusión y que permitan explorar el patrimonio sonoro de nuestro territorio, con el objetivo de alcanzar un grado de involucramiento de diversas disciplinas en materia sonora.