Sofía Chinchilla Cerdas / schinchillacerdas@gmail.com

“En cada centro de trabajo donde se ocupen diez o más trabajadores, se establecerán las comisiones de salud ocupacional que, a juicio del Consejo de Salud Ocupacional, sean necesarias.”

Así lo establece el Artículo 88 del Código de Trabajo. En la Universidad de Costa Rica, tres funcionarios vigilan el ambiente laboral de las casi 50.000 personas que forman la comunidad universitaria de todo el país.

La salud ocupacional tiene como finalidad mantener el bienestar físico, mental y emocional de quienes se desenvuelven en un determinado ambiente de trabajo. Busca protegerlo de los riesgos inherentes a su labor, por lo que debe identificar posibles amenazas y plantear estrategias para erradicarlas o disminuirlas.

La Unidad de Salud Ocupacional y Ambiental de la UCR es una dependencia de la Oficina de Bienestar y Salud, creada mediante un acuerdo del Consejo Universitario en 2005. Según Vilma Méndez, directora, su labor es preventiva mucho más que curativa, aunque las condiciones de la Universidad exigen que a menudo tengan que “apagar incendios”.

“La Universidad tiene 70 años de atraso en materia de salud ocupacional”, aseguró.

Aunque su oficina realiza esfuerzos para resguardar la salud de estudiantes, profesores y administrativos en ámbitos como seguridad, ambiente, ergonomía, muchas veces se ve limitada por los escasos recursos económicos con que cuentan.

El equipo coordina actividades con las facultades, escuelas y oficinas que se organizan para estudiar el ambiente y las condiciones laborales de sus instalaciones, realizando mapas de riesgo, planes preventivos y capacitaciones. Según Méndez, la Universidad poco a poco busca la forma de mejorar.

La Facultad de Ciencias Sociales debe organizarse

Según Méndez, la Unidad de Salud Ocupacional no coordina muchas acciones con la facultad porque no existe un departamento en el decanato que se encargue de esta área.

Afirma que es necesario que se conforme una comisión integrada por representantes del decanato y de las ocho escuelas que conforman la facultad, para desarrollar estrategias conjuntas en las que se involucren las necesidades de todos.

Hacinamiento y pobres condiciones de infraestructura son dos de los principales problemas que aquejan a quienes trabajan y estudian en la Facultad de Ciencias Sociales, según Méndez.

Se espera que el nuevo edificio que se construye en la Ciudad de la Investigación cumpla con requerimientos básicos para resguardar la salud ambiental y ocupacional, como lo son la ventilación, iluminación, diseño de los muebles y espacio por persona.

Ni la Unidad de Salud Ambiental y Ocupacional ni el Decanato de la Facultad toman parte en este aspecto en las etapas previas a la construcción, queda todo en manos de la Oficina Ejecutora del Programa de Inversiones (OEPI) de la Universidad.

La ECCC se propuso mejorar en este tema en el proceso de reacreditación, así que ha incluido una información básica en el sitio web (ver Adaptar el trabajo a la persona y cada persona a su trabajo).